jueves, 10 de diciembre de 2009

Rascacielos de petróleo en el Golfo


Hace apenas cinco décadas, la vida en la región que hoy conocemos como Emiratos Árabes Unidos era muy distinta. Los antiguos pueblos pesqueros o recolectores de perlas dieron paso de golpe a enormes rascacielos, islas artificiales y un turismo que acude a la llamada del lujo y la exclusividad, con Abu Dhabi y Dubai como máximos exponentes. El descubrimiento de petróleo en los años 50 jugó -y juega- un papel clave en la economía de un país del que la crisis no se ha olvidado.


El capital extranjero, atraído por el olor de las explotaciones petrolíferas, no tardaría en invertir en el nuevo paraíso emergente. Pronto comenzó la lluvia de proyectos y construcciones mastodónticas que hicieron que ciudades como Dubai y Abu Dhabi se convirtieran en referentes turísticos punteros.


Personajes públicos como Brad Pitt, Angelina Jolie, David Beckham, Rod Stewart o Richard Branson, propietario de Virgin, se apuntaron a la fiesta y se apresuraron en adquirir propiedades dentro del emirato. El proyecto bandera The Palm”, consistente en un complejo residencial levantado sobre unas islas artificiales con forma de palmera, fue aprobado y ejecutado por la rama inmobiliaria del consorcio Dubai World, Nakheel Properties. La desaparición de la vida marina, alteración de las corrientes y erosión de las playas no resultaron ser razones de peso que consiguieran pararlo. Los buceadores locales señalaron en su momento que los arrecifes de coral y las ostras habían quedado enterradas bajo millones de toneladas de arena y rocas de hasta seis toneladas cada una.


La lista de excentricidades es larga. Tras The Palm, ubicado en Dubai, se pusieron en marcha dos urbanizaciones más de características semejantes, así como un conjunto de islas que recibió el nombre de “The World”, pues recreaba la imagen de un mapamundi. Cada isla-país estaba por supuesto en venta, mientras las obras –con un presupuesto de 2.000 millones de euros- convertían el fondo del mar circundante en un desierto de lodo de varias millas de extensión. Mientras tanto el emirato se había transformado en un centro financiero de primer orden y lucía orgulloso el rascacielos más alto del mundo, el Burj Dubai.


Por su parte, la ciudad más rica en crudo, Abu Dhabi, no se quedaba atrás. A través de su arma financiera principal, el Abu Dhabi United Group, se dio rienda suelta a la inversión de capital. En pocos años se hicieron con uno de los clubes de fútbol ingleses de mayor relevancia, el Manchester City, construyeron el Yas Marina Circuit, que pronto pasó a formar parte del circuito oficial de fórmula 1, participaron en firmas como Ferrari, General Motors o Citigroup, produjeron películas en Hollywood y Bollywood e incluso se hicieron con la propiedad del rascacielos Chrysler de Nueva York.


El pasado miércoles 25 de noviembre, cuando el gobierno del emirato de Dubai emitía un comunicado anunciando el aplazamiento del pago en la deuda de sus dos principales empresas, Dubai World y Nakheel, los inversores reaccionaron con lógico nerviosismo. Esta moratoria implicaría un incumplimiento de pagos –al menos parcial- en la deuda, cercana a los 60.000 millones de dólares. La burbuja financiera, alentada por la especulación inmobiliaria, estalló entonces en Dubai, y la onda expansiva afectó de lleno a los mercados mundiales cuando la constructora anunciaba que no podía afrontar la deuda.


Según apunta el equipo de Capital Economics de Londres, el suceso es “un recordatorio del legado que los excesos del pasado en economías altamente endeudadas dejará por muchos años”. Los miles de millones que el consorcio Dubai World gastó en rescates bancarios, así como los planes de estímulo económico llevados a cabo por los Gobiernos de todo el mundo han sacudido de forma devastadora las finanzas de muchos países, y ahora es momento de rendir cuentas.


Para muchos, las consecuencias de la crisis deudora que afronta Dubai demuestran lo vulnerable que continúa siendo la economía mundial, a pesar de los incipientes indicios de recuperación. Según apunta al respecto el profesor de Economía y Política Pública en la Universidad de Harvard Kenneth Rogoff, la reestructuración en el emirato es una necesidad que debe ser orientada a “podar sus excesos antes de que se pueda reanudar una trayectoria de crecimiento sostenible”.



3 comentarios:

  1. me ha quedado clara cual es la situacion que se les ha presentado y sobre todo la que se les viene encima....o mejor LA QUE SE NOS VIENE A LOS DEMAS...QUE ELLOS NO LO PASARAN TAN MAL

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  2. Como siempre, queridas hormigas, felicidades por vuestro certero análisis, y estoy plenamente de acuerdo con "anónimo", acabaremos pagando los de siempre. ¿Es que saldremos de esta crisis sin haber aprendido nada de ella, y por tanto condenados a pagar también la próxima?. Y mientras tanto "la esperanza negra" premiada por defender al sistema y a la guerra. ¡Viva la pepa!

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  3. Querido Guillermo, he descubierto tu blog por alguien que me lo recomendó, y tengo que reconocer que no me ha decepcionado. Te aseguro que no es nada sencillo encontrar noticias que destaquen por su objetividad, aunque tu eso ya lo sabes.
    Espero que escribas mucho mas, porque pienso seguir leyendote. No sé, siento como que se hace un poco de justicia gracias a tu blog.
    Sigue haciendo justicia Guillermo!

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