jueves, 17 de diciembre de 2009

Cuando el pueblo no importa

Hace tiempo que la población afgana dejó de confiar en una reconstrucción de su país guiada por tropas extranjeras. Encabezadas por Estados Unidos, estas no han parado de incrementar el grueso de sus fuerzas mientras el número de víctimas civiles, derivadas de sus ataques y de una situación inducida de inseguridad constante, crecía también. La Comunidad Internacional comenzó a irrumpir en Afganistán en el otoño de 2001. Las promesas de establecimiento de una gobernanza receptiva y legítima, la habilitación de infraestructuras, una mayor seguridad y un desarrollo económico sostenible se fueron desvaneciendo de forma progresiva.

Shukria Barakzai, miembro del parlamento afgano, señala que en el año 2002, con un número de tropas considerablemente menor, “el proyecto de desarrollo era muy acertado y la seguridad era mucho, mucho mejor que hoy”. En consecuencia, un mayor porcentaje de la población mostraba esperanza en un futuro mejor e incluso confiaba en que la OTAN y Estados Unidos pudieran contribuir a alcanzar los objetivos. Ocho años después, más de la mitad de la población afgana no considera la ocupación del contingente extranjero “favorable a sus intereses”, según concluye una encuesta realizada por ABC news.

El prestigioso corresponsal Stephen Kinzer señala que el problema afgano se afronta “como si únicamente fuera un problema militar”, dejando de lado, al menos en la práctica, el factor político y humano. El mensaje que la Casa Blanca proyecta al respecto está cargado de contradicciones. Resulta difícil entender que para “buscar la estabilidad y la paz en la región” y “no involucrarse militarmente, caminar hacia el desarrollo y la diplomacia”, la solución recurrente consista en un aumento de la inversión militar y su consiguiente despliegue de efectivos.

El soldado que deshace su petate en la región centroasiática no comparte costumbres, religión, ni idioma con la población oriunda que se encuentra a su llegada. El temor a sufrir un atentado terrorista es un factor más que influye en que el acercamiento que experimentan las tropas foráneas hacia los afganos –y por tanto el conocimiento de sus necesidades de primera mano- sea muy limitado.

El país es seco y rocoso, pero hay muchas llanuras y valles fértiles donde, aprovechando el agua de pequeños ríos y pozos, se cultivan frutas, cereales, algodón y por supuesto amapola para la obtención de opio. La etnia Pashtun vive en áreas rurales, a menudo fuera del control estatal, y representa casi el 50% de la población. Según apunta el corresponsal en Afganistán Anand Gopal, “la mitad del territorio del país es rural, principal motivo que impide a EE.UU derrotar a la insurgencia talibán”. Obtener el control de todo el territorio requeriría una cifra astronómica de tropas y una situación económicamente insostenible para el país del dólar.

El presidente Obama anunciaba a principios de este mes el envío de 30.000 soldados más a Afganistán. Su milimétrica táctica discursiva enfatizaba un más que difuso regreso del contingente para 2011 mientras difuminaba la confirmación del aumento de efectivos.

La experiencia dicta que un incremento de tropas va de la mano con un aumento en el número de bajas civiles; mientras estas, a su vez, conllevan que más familiares, amigos y vecinos se unan a los grupos de resistencia. Desde el inicio de la ofensiva en 2001, la fuerza aérea norteamericana ha sacudido el territorio con 14.049 toneladas de bombas, dejando atrás miles de civiles muertos, decenas de miles mutilados y más de 235.000 desplazados internos que lo han perdido todo. La responsabilidad ante estas cifras no puede simplificarse como ‘daños colaterales’. En Afganistán viven más de 32 millones de personas de las cuales, más de la mitad, es menor de 20 años y sólo ha conocido la guerra.

Thomas J.Barfield, profesor de antropología en el Instituto Americano de Estudios Afganos, apunta que no existe una solución fácil. El camino debe pasar por replantear qué necesita, qué podemos hacer, qué no podemos hacer, y cuál es la mejor forma de sacar adelante el país.

El mayor obstáculo reside en que el empecinamiento por no pasar a la historia como el hombre, Estado o Nación que fue ‘vencido’ por los talibanes prevalece, hasta la fecha, sobre una implicación real en el drama social que vive el pueblo afgano.


viernes, 11 de diciembre de 2009

jueves, 10 de diciembre de 2009

Rascacielos de petróleo en el Golfo


Hace apenas cinco décadas, la vida en la región que hoy conocemos como Emiratos Árabes Unidos era muy distinta. Los antiguos pueblos pesqueros o recolectores de perlas dieron paso de golpe a enormes rascacielos, islas artificiales y un turismo que acude a la llamada del lujo y la exclusividad, con Abu Dhabi y Dubai como máximos exponentes. El descubrimiento de petróleo en los años 50 jugó -y juega- un papel clave en la economía de un país del que la crisis no se ha olvidado.


El capital extranjero, atraído por el olor de las explotaciones petrolíferas, no tardaría en invertir en el nuevo paraíso emergente. Pronto comenzó la lluvia de proyectos y construcciones mastodónticas que hicieron que ciudades como Dubai y Abu Dhabi se convirtieran en referentes turísticos punteros.


Personajes públicos como Brad Pitt, Angelina Jolie, David Beckham, Rod Stewart o Richard Branson, propietario de Virgin, se apuntaron a la fiesta y se apresuraron en adquirir propiedades dentro del emirato. El proyecto bandera The Palm”, consistente en un complejo residencial levantado sobre unas islas artificiales con forma de palmera, fue aprobado y ejecutado por la rama inmobiliaria del consorcio Dubai World, Nakheel Properties. La desaparición de la vida marina, alteración de las corrientes y erosión de las playas no resultaron ser razones de peso que consiguieran pararlo. Los buceadores locales señalaron en su momento que los arrecifes de coral y las ostras habían quedado enterradas bajo millones de toneladas de arena y rocas de hasta seis toneladas cada una.


La lista de excentricidades es larga. Tras The Palm, ubicado en Dubai, se pusieron en marcha dos urbanizaciones más de características semejantes, así como un conjunto de islas que recibió el nombre de “The World”, pues recreaba la imagen de un mapamundi. Cada isla-país estaba por supuesto en venta, mientras las obras –con un presupuesto de 2.000 millones de euros- convertían el fondo del mar circundante en un desierto de lodo de varias millas de extensión. Mientras tanto el emirato se había transformado en un centro financiero de primer orden y lucía orgulloso el rascacielos más alto del mundo, el Burj Dubai.


Por su parte, la ciudad más rica en crudo, Abu Dhabi, no se quedaba atrás. A través de su arma financiera principal, el Abu Dhabi United Group, se dio rienda suelta a la inversión de capital. En pocos años se hicieron con uno de los clubes de fútbol ingleses de mayor relevancia, el Manchester City, construyeron el Yas Marina Circuit, que pronto pasó a formar parte del circuito oficial de fórmula 1, participaron en firmas como Ferrari, General Motors o Citigroup, produjeron películas en Hollywood y Bollywood e incluso se hicieron con la propiedad del rascacielos Chrysler de Nueva York.


El pasado miércoles 25 de noviembre, cuando el gobierno del emirato de Dubai emitía un comunicado anunciando el aplazamiento del pago en la deuda de sus dos principales empresas, Dubai World y Nakheel, los inversores reaccionaron con lógico nerviosismo. Esta moratoria implicaría un incumplimiento de pagos –al menos parcial- en la deuda, cercana a los 60.000 millones de dólares. La burbuja financiera, alentada por la especulación inmobiliaria, estalló entonces en Dubai, y la onda expansiva afectó de lleno a los mercados mundiales cuando la constructora anunciaba que no podía afrontar la deuda.


Según apunta el equipo de Capital Economics de Londres, el suceso es “un recordatorio del legado que los excesos del pasado en economías altamente endeudadas dejará por muchos años”. Los miles de millones que el consorcio Dubai World gastó en rescates bancarios, así como los planes de estímulo económico llevados a cabo por los Gobiernos de todo el mundo han sacudido de forma devastadora las finanzas de muchos países, y ahora es momento de rendir cuentas.


Para muchos, las consecuencias de la crisis deudora que afronta Dubai demuestran lo vulnerable que continúa siendo la economía mundial, a pesar de los incipientes indicios de recuperación. Según apunta al respecto el profesor de Economía y Política Pública en la Universidad de Harvard Kenneth Rogoff, la reestructuración en el emirato es una necesidad que debe ser orientada a “podar sus excesos antes de que se pueda reanudar una trayectoria de crecimiento sostenible”.



lunes, 30 de noviembre de 2009

Los viejos son el futuro

La sonrisa que me brindó esta pareja tras tomar la fotografía, el mejor recuerdo que guardo de la visita al Jardín Botánico de Madrid este verano.

PD: NO es un montaje, la escena se me presentó así.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Fábula

Escenas como esta hacen que se me revuelva el estómago.

Las estiradas, prepotentes y malvadas margaritas de pétalos perfectos siguen negando el acceso a su jardín al pobre y solitario zurullito.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Afganistán, un futuro incierto

El 26 de enero del 2004, mientras el entonces presidente transitorio Hamid Karzai ratificaba la nueva Constitución Afgana, la violencia y la pobreza hacían prever que la reconstrucción del país no iba a resultar tan fácil. Casi seis años después y con la misma persona al frente del gobierno, el fracaso en las elecciones presidenciales de Afganistán se constituye en fiel reflejo de la complicada situación que atraviesa.

Las irregularidades en el proceso electoral del pasado 20 de agosto, destapadas por la Comisión de Quejas Electorales nombrada por la ONU, hicieron necesaria una segunda vuelta que se fijó para el 7 de noviembre. Cinco días antes de la fecha, el ex ministro de exteriores Abdullah Abdullah, único rival en las urnas de Karzai, justificaba la retirada de su candidatura al denunciar que la maquinaria de fraude seguía intacta y tachaba de “ilegal” la decisión de la Comisión Electoral de proclamar presidente a Hamid Karzai.

Su primer discurso como máximo mandatario reelecto giró en torno a un mensaje de unidad y la promesa de “limpiar el Gobierno de corruptos”. Según el Índice de Transparencia Internacional, que mide los niveles de percepción de corrupción en el sector público a nivel mundial, Afganistán ocupó el pasado año el cuarto puesto entre los 180 países más corruptos del mundo.

Estados Unidos contemplaba con buenos ojos la posibilidad de que Abdullah colaborara integrándose en el gobierno; su apoyo al líder afgano desde los inicios de la guerra en 2001 y la confianza depositada en él se habían desinflado poco a poco por la corrupción. El ex candidato declaró al respecto que integrarse en el ejecutivo "no es una opción".

La profunda crisis política que atraviesa el país, alentada por el escándalo electoral protagonizado por su presidente, es aprovechada por la insurgencia talibana para calificar a Karzai de “títere” occidental. “Hace dos semanas se decía que el presidente marioneta Karzai estaba implicado en un fraude, y ahora que ha sido elegido basándose en esos mismos votos fraudulentos, es felicitado por Washington y Londres" concluye un reciente comunicado talibán.

El Ministerio de Interior afgano calcula una fuerza de alrededor de 40.000 talibanes –adjetivo que engloba los cuatro principales grupos de insurgencia financiados con el comercio de opio- frente a más de 100.000 soldados liderados por EEUU y la OTAN, entre ellos 68.500 norteamericanos, 9.500 británicos y 2.830 canadienses. Las tropas extranjeras instaladas en el país afgano, superiores en el papel, se encuentran en serias dificultades desde 2007.

Un reciente informe presentado por el general norteamericano Stanley McChrystal, al mando de las tropas norteamericanas y de la OTAN en el país centroasiático, señala que los grupos de resistencia a las tropas de ocupación controlan alrededor del 80% del territorio –de una forma abrumadora en las regiones del sur y este- y han perfeccionado sus ataques contra las fuerzas extranjeras. El general concluye que es necesario que el presidente Obama autorice el refuerzo militar en la zona enviando al menos 40.000 soldados más. Con el eterno lastre de la guerra de Vietnam sobre sus hombros, el presidente de la primera potencia mundial se encuentra ante una difícil decisión: continuar engordando el grueso militar en la zona o buscar otras soluciones.

Desde el inicio de la guerra el 7 de octubre de 2001, la inversión internacional en Afganistán ronda los 43.300 millones de euros de los cuales, según afirma el periodista Ramón Lobo “sólo el 14% ha tenido un impacto real en la vida de las personas”. La fuerte inversión militar ha prevalecido de forma apabullante hasta la fecha sobre la realizada en pro de las necesidades del pueblo afgano.

Los patrones del conflicto de Irak se repiten: una comunidad internacional que ocupa un país devastado y ejecuta una estrategia basada en la imposición de su idea de libertad y democracia. Las prioridades deberían pasar inexorablemente por escuchar de primera mano lo que reclama el pueblo afgano y facilitar el asentamiento de un gobierno decente. Las elecciones parlamentarias de 2010 son la próxima oportunidad que tiene Afganistán para empezar a enderezar su rumbo.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Self-service en aguas somalíes

La inmensa mayoría de las propuestas que pretenden buscar una solución a la situación de Somalia coinciden en que sólo se podrá comenzar a trabajar en ello cuando se logre instaurar un Gobierno organizado, estable y eficaz. Desde el fin de la guerra civil en 1991, el país del cuerno de África es un Estado sumido en el caos, la violencia, el descontrol y la corrupción. Si a esto le sumamos una de las peores crisis humanitarias de las últimas dos décadas, el resultado es una auténtica bomba de relojería. En un reportaje publicado en “El País”, el periodista Ramón Lobo concluye: “Somalia ni siquiera es un Estado fallido, es un Estado inexistente”.

Mientras los medios de comunicación de los países occidentales centran sus portadas sobre el tema en los secuestros que llevan a cabo los denominados “piratas” somalíes y en la demanda de mayor protección para estos barcos pesqueros provenientes de España, Italia, Grecia, Francia, Reino Unido y Rusia entre otros, las verdaderas causas que han propiciado que el país alcance esta situación a menudo pasan desapercibidas.

La revista Foreign Policy junto con la organización Fondo por la Paz llevan cinco años elaborando un Índice de Estados Fallidos basándose en indicadores como fragmentación social, crecimiento económico desigual, falta de legitimidad del Estado o ineficacia en la provisión de servicios públicos. El dudoso honor de encabezar dicho ranking corresponde a Somalia. Más de un millón de refugiados cruzan el Golfo de Adén huyendo de la violencia y el hambre para llegar a Yemen. En la ciudad de Bossaso, al norte de Somalia, miles de personas más aguardan la oportunidad de intentar cruzar el Golfo a bordo de inestables botes regidos por mafias sin escrúpulos que no dudan en obligar a saltar a sus tripulantes al acercarse a la costa. La mayor parte de ellos no sabe nadar, y muchos mueren en el intento.

La pesca, uno de los principales medios de subsistencia de Somalia junto a la ganadería, se ve afectada por la concurrencia de potentes flotas extranjeras que esquilman un banco tras otro como solución a la sobreexplotación que han llevado a cabo dentro sus aguas territoriales. En lugar de apostar por otras vías alternativas como puede ser la piscicultura, los países desarrollados exprimen hasta la última gota de los pesqueros a lo largo del mundo –Somalia no es, ni mucho menos, el único caso-. La crisis mundial de recursos naturales no sólo se combate de una forma egoísta e incompetente, sino que se machaca al más débil por sistema y sin ningún tipo de remordimientos. Por poner un ejemplo, los países mediterráneos –entre ellos España- vetaron a Bruselas el pasado 23 de septiembre la propuesta de frenar hasta que hubiera signos de recuperación de la especie la caza del atún rojo en el Atlántico oriental y el propio mar Mediterráneo.

Por si esto fuera poco, a partir de 1991 navíos europeos, estadounidenses y chinos principalmente comenzaron a deshacerse con total impunidad de grandes cantidades de materiales tóxicos y radioactivos arrojándolos en aguas somalíes. Los vertidos salieron a la luz, paradójicamente para un país tan afectado por la sequía -tan sólo el 29% de la población tiene acceso regular a agua potable-, tras el tsunami que azotó el cuerno de África en el año 2004. Cientos de estos barriles se esparcieron por la costa este africana, causando entre la población úlceras, enfermedades, malformaciones, y más de 300 muertes.

En sus orígenes, los piratas somalíes eran pescadores dotados de pequeñas lanchas rápidas que intentaban disuadir a la flota extranjera que pretendía descargar residuos o abastecerse de pescado –especialmente atún- dentro de su zona económica exclusiva. Se autodenominaron “Guardacostas Voluntarios de Somalia”.

Las patrullas de la denominada “misión Atalanta” y de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) protegen a los pesqueros extranjeros de los ataques de los piratas a la par que entorpecen a los pescadores nativos con continuos registros en busca de actividades ilegales. ¿Quién protege entonces al pueblo Somalí? Europa ha elegido la presa más débil y se está dando un festín en forma de atunes a costa de empobrecer aún más a uno de los países más desfavorecidos del mundo.

No se trata de minusvalorar el sufrimiento de las familias de los pescadores secuestrados, ellos no han elegido faenar en aguas a miles de kilometros de sus casas ni son los verdaderos responsables. Una vez más, debemos intentar informarnos, contextualizar y hacernos más preguntas de las que se hacen la mayoría de los medios. En definitiva, ponernos en el pellejo de los dos extremos de la noticia.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Fotografía de guerra


- Señor Presidente, se puede observar claramente como uno de nuestros soldados aniquila a un civil en el sofá de su casa con una automática.


- Déjeme pensar…tome nota:


“La fotografía de guerra descontextualizada como forma de manipulación”. A doble página, que quede creíble.

jueves, 29 de octubre de 2009

El flautista de Hamelin

- ¡Es genial este tío! Domina varios instrumentos con una técnica exquisita, ritmos pegadizos, compone él mismo todas sus canciones y ha triunfado este año en Londres, París y Nueva York. Dicen algunos críticos que su música teletransporta a un éxtasis casi sexual que te hace olvidar las tristezas del mundo.


- No me digas más, apaga esa minicadena. Lo envía Berlusconi, ¿verdad?

martes, 27 de octubre de 2009

Contrastando informaciones


Paseando por la Gran Vía, a la altura de la Plaza de Callao me detengo en un quiosco que expone las portadas de los principales diarios. “250.000 madrileños se manifiestan en favor de la vida” se puede leer en uno de ellos acompañado de una foto a todo color que ocupa media página. A su lado, otro diario de gran importancia aborda esa misma noticia de la siguiente forma: “Alrededor de 50.000 personas cortan el Paseo del Prado contra la ley del aborto”. Me froto los ojos. ¿Cómo es posible? ¿No se supone que la información, por propia definición, o es veraz o literalmente desinforma?

Los fieles que dan por buena cualquier información proveniente de su diario de confianza deben saber que esta ha sido deshuesada, mascada, tragada y finalmente regurgitada para complacerles. Cada periódico, desde el más antiguo hasta el último semanal escrito por estudiantes, tiene su target (o público objetivo) perfectamente definido. Es por todos sabido que el perfil de consumidor de diarios como ABC o El Mundo es bien diferente del de otros como Público o El País.

Por otra parte, resulta imposible disfrutar de nuestro primer café del día pasando una página tras otra de un diario cuya tendencia no coincide con nuestros ideales. Es más, apuesto a que si alguna vez se llevara a cabo un estudio experimentando esta situación, los casos de hipertensión mañanera se dispararían notablemente entre los participantes (por lo menos así ocurriría con mi abuelito si se prestara voluntario).

Volviendo al caso concreto de la manifestación del pasado 17 de Octubre en Madrid, está claro que la mejor forma de hacerse una idea acerca de quién se aproxima más a la cifra es acudir a la misma. La mejor fuente informativa, según nos han enseñado en la facultad, somos nosotros mismos. Como no podemos acudir siempre allí donde salte la noticia, ni por otra parte queremos hacerlo (personalmente la simple idea de haberme pasado por la concentración me da escalofríos), si nos angustia no conocer la verdad contamos a día de hoy, en el año 2009, siglo nada más y nada menos que XXI, con la herramienta de Internet.

¡Ojo! Si lo que queremos es consumir en paz nuestro diario y no replantearnos nada más, me parece una postura completamente lícita, pero por favor, no afirmemos a ciegas que lo que estamos leyendo día tras día es el santo grial de la información.

La red de redes se ha consolidado como una interminable base de datos. Si sabemos manejarnos a nivel de usuario, podremos dar fácilmente, por ejemplo, con un blog de referencia que desarrollan periodistas especializados (http://manifestometro.blogspot.com/) donde se nos explica minuciosamente el proceso que han llevado a cabo en su investigación, debidamente documentado con sus fotografías, para concluir con un cálculo de asistencia a dicha manifestación que abarcaría entre 48.530 y 72.795 personas.

Quizás el lector de prensa arraigado no esté dispuesto a esforzarse por una causa tan noble como es la verdad, se haya acomodado, o tal vez el verdadero problema resida en el partidismo de los principales medios. La situación es esta, cada cual que haga sus propias reflexiones y determine el rol que quiere jugar en el universo informativo.

Entre el blanco y el negro no sólo está el gris; algunas veces se nos cuelan, sin que nos demos siquiera cuenta, tonalidades rojizas, verdosas, azuladas o incluso una paleta de madera que nos invita en silencio a crear nuestro propio color.

viernes, 23 de octubre de 2009

Una vida en crisis

- “No sé por qué mierda hablan tanto de la puta crisis, para mí todo sigue igual. Las mismas monedas en el metro, el mismo vino peleón y los mismos cartones me protegen del frío en la noche madrileña”.

Subido a la tarima, sujetando el pie de micro con rabia, su mirada se perdió entre el auditorio.

jueves, 22 de octubre de 2009

PRESENTACIÓN BLOG


El mundo está lleno de hormigas obreras. Mientras la hormiga reina descansa en el sofá de su cueva rascándose las larvas, una parte de estas se queda construyendo minuciosamente los túneles para que la otra salga a la calle en busca de alimento.

Dado que la comida escasea y la mayoría del terreno se encuentra ya asfaltado, las más afortunadas recogerán las migas de pan que se cayeron del bocadillo de un niño a la salida de la escuela. El resto no.

Algunas desistirán, otras se resignarán a buscar eternamente su aportación a la causa y el premio en forma de palmadita en la espalda de su líder, y las más valientes, esas que tienen alas y aparecen cuando se acerca tormenta, se preguntarán por qué no pueden formar ellas su propio reino.